El siguiente análisis a la lectura de la Ética de la Ciencia escrito por Víctor Martin, se inserta en aquel futuro incierto que visualizó Mario Bunge en su libro Ser Saber y Hacer, donde expresó que “No sabemos ni podemos pensar saber cómo será la ciencia y la técnica en el nuevo siglo... Sin embargo si extrapolamos las tendencias recientes podemos prever que la ciencia y la técnica seguirán avanzando…” Si estos avances se reciben con conciencia social, lo ético tendría carácter trascendental.
Martin expresa que las particulares predictivas de la tecnociencia establecen relación “entre el poder del conocimiento y de los aparatos que lo administran, los problemas en su dimensión de prioridades y los valores que enmarcan la responsabilidad del investigador”. Esto se diserta considerando beneficios y riesgos de las aplicaciones del conocimiento científico, tomando de la mano su contexto socioeconómico. Deben cultivarse virtudes morales para asegurar y salvaguardar la integridad de la ciencia. Entre La ética y La ciencia no se acepta la disociación.
Asimismo, surgen ciertas interrogantes como: ¿Cuáles son los valores exigidos para practicar la ciencia? ¿Qué ética y moral vive el investigador?..., ¡Conociendo que la ética envuelve tu ser , y la moral tus costumbres! La ética de la ciencia adquiere animación, y el investigador protagonismo y responsabilidad.
Cuando Bunge (ídem), cuestionó: “¿Qué desafíos plantearán a los filósofos esas novedades por venir?” , también mencionó dos retos, que apuntan a: “Desarrollar la filosofía práctica que examine los problemas morales que plantean las políticas macroeconómicas, y a propiciar el enfoque científico de los problemas sociales más acuciantes, a menudo descuidados por los especialistas o abordados de manera unilateral”. Esta observación hecha por el científico, nos acompaña e impulsa por una senda segura para indagar acerca de la ética de la ciencia.
El Profesor Victor Martin plantea que “ la ciencia y la ética están desarrollando, desde dentro - en los equipos de trabajo, en las comunidades científicas - y desde fuera, por exigencias de la sociedad, profundos cambios que pueden apuntar a aproximar ideas y creencias acerca de la supervivencia”…; he aquí lo relevante de la pureza del “cómo”, no solo en los procesos de la investigación per se, sino en el investigador.
“La ética de la ciencia”, frase que confiere autoridad para considerar auténtico e íntegro el resultado de una formación personal y profesional, que ha desarrollado sabiduría, tanto en la mente como en la vida del sujeto humano, con plena capacidad para abordar sistemáticamente, lo que refiere Martin a “problemas valorados como prioritarios por corresponder a las condiciones inherentes a la vida humana: libertad, autonomía, dignidad; y acerca de la vida buena…”
El autor afina para el abordaje de cambios globales, la inclusión del poder de intervención del conocimiento en la capacidad de integración del saber. Además, otorga una nueva valoración de la vida compartida en la diversidad, por el camino de la sabiduría, reflejando el pensamiento complejo y el humanismo. Esta postura, podría integrarse dentro del enfoque de Ludwig von Bertalanffy, "sistemáticamente” reflejando así un orden ético-científico.